jueves, 3 de enero de 2008

LA EDUCACIÓN CON VALORES

La empatía podríamos definir: como la forma que tienen las personas de ponerse en lugar de los otros para poder entenderles mejor, es decir, es comprender a los demás y saber ponerse en la misma situación.

En nuestras aulas día a día vemos como van desapareciendo muchos de los valores que nuestros antepasados utilizaban con vehemencia. La empatía por ejemplo se ha convertido, hoy, en una forma de juzgar a los demás sin ningún fundamento, la solidaridad transformada en competitividad y egoísmo, la libertad que se ha cambiado por incomprensión, por no saber donde están los límites de cada uno, es decir, se ha cambiado por libertinaje y por último el respecto se ha convertido en agresión verbal o física hacia cualquier compañero u profesor. Sin embargo, muchos de estos valores no deberían perderse, pues son los más apropiados para vivir en completa armonía con la sociedad que nos envuelve. Y son necesarios tanto para llevar a cabo una adecuada convivencia escolar, familiar y social. La pérdida de muchos de estos valores ha provocado que la sociedad se encuentre un poco perdida en temas de Educación, pues no saben que enseñar, ya que se debe educar en rigor a las nuevas circunstancias y dentro de éstas, hay que realizar una correcta elección, es decir, hay que saber cuando elegir lo antiguo y cuando integra los nuevos valores. ¿Será posible realizar la correcta elección? ¿En que hemos fallado hasta el momento?

Aquí se muestra vídeo sobre un valor que debería seguir conviviendo con nosotros:




Aquí se muestra un ejercicio de Segundo ciclo de primaria, que permite a los niños expresarse y les enseña a saber ponerse en el lugar de los otros," por una lucha por recuperar valores que son necesarios para la verdadera convivencia":

LAS GAFAS
É
rase una vez una ciudad donde todo el mundo llevaba gafas. Los hombres y mujeres de aquella ciudad usaban unas gafas totalmente extraordinarias. Unas descomponían la luz, captando sólo unos rayos determinados. Otras, descomponían los objetos, y sólo se veían algunos aspectos de los mismos. Otras gafas conseguían hacer ver como feo aquello que hasta entonces se había considerado como hermoso, y hermoso lo que se había visto hasta entonces como feo... Existían muchas clases de gafas: todas creaban de nuevo el mundo, desde una infinidad dé puntos de vista distintos.
La historia venía de tiempo atrás. Un genio malintencionado había inventado estos diferentes tipos de gafas. Al principio nadie compraba aquellas extrañas gafas. Luego, algunos empezaron a probarlas, y lo habían
encontrado muy divertido. Las gafas se pusieron de moda. Todo el mundo empezó a comprarlas ansiosamente para poder tener su propia visión de las personas, de las cosas, del mundo y, así, poder reírse mucho. Sólo se quitaban las gafas para secarse las lágrimas que de tanto reír les salían; y casi nunca se limpiaban las gafas... Sólo en esos momentos veían las cosas tal como eran. Poco a poco, fueron riendo cada vez menos, hasta que se acostumbraron a ver las cosas que les mostraban sus gafas. Y terminaran por no volver a reír nunca más. Se habían acostumbrado de tal manera a esta vida, que siempre iban por esos mundos de Dios con las gafas encima de la nariz y con una cara extraordinariamente seria. Había gafas para todos los gustos: unas lo hacían ver todo negro, ¡qué lástima!; otras, sólo dejaban ver el propio trabajo, los propios intereses -el propio negocio, el propio coche, la propia casa, las propias preocupaciones,
el propio trabajo-, ¡qué poco divertido era aquellos; otras gafas sólo dejaban ver la ciencia, los libros, los números, los cálculos, ¡qué aburrido!; otras sólo dejaban ver el juego, la diversión, las distracciones, y, a la larga,i qué cansancio!; otras.... otras... Un día hubo una lucha entre quienes veían a los otros como menos
inteligentes y quienes los veían como animales. Uno de los que veían a los demás como poco inteligentes recibió un golpe en sus gafas. Se le cayeron al suelo y se le rompieron. Al verse en el suelo y con las gafas destrozadas se enfureció mucho. Pero, de repente, se dio cuenta de que existían las gafas; vio a toda la gente a su alrededor con las gafas puestas, le entró la risa y rompió a reír a grandes carcajadas. Debía estar loco para reír de aquella manera y en aquellos momentos tan difíciles. Eran tiempos para estar serio y para imponerse a las dificultades y a la situación, no para reírse. Eran tiempos para luchar por sobrevivir. Nadie podía estar seguro de los demás. Nadie podía fiarse de nadie. La violencia reinaba por todas partes. El egoísmo y los intereses propios imperaban por doquier. El dinero lo solucionaba todo. Los pobres, los enfermos, los débiles, no tenían nada que hacer en aquella ciudad. ¿Cómo tenía valor para reírse en aquella situación? Sin duda, debía estar loco. Aquel señor de las gafas rotas se dio cuenta de todo ello. Paró de reír. Colocó sobre su nariz la montura de sus gafas rotas para no llamar la atención. Y, como lo normal de los demás habitantes de la ciudad era pelearse, se comprometió a luchar contra sí y contra los otros procurando romper el mayor número de gafas que pudiera en su lucha. Después de esto, ya veríamos qué pasaría.

Este cuestionario tiene por objetivo ayudarte a reflexionar sobre el relato que has visto escenificado, y ser base de] diálogo del grupo.
Contéstalo con brevedad.
1. ¿Qué quiere decir el cuento que has visto?
2. ¿Qué tiene que ver este relato con nuestra clase?
¿Puede aplicarse a nuestras relaciones lo que ha sucedido aquí? ¿Por qué?
3. ¿Qué tipos de gafas suele usar la gente con más frecuencia?
4. ¿Qué tipos de gafas sueles usar tú con más frecuencia?
5. ¿Conoces a los demás?

Fuente: www.fe.ccoo.es/poleduc/41_convivencia_un_did.pdf

1 comentario:

Anónimo dijo...

te dejo la direccion de mi blog. tambien es dobre el cole.
www.apuntes-ejercicios.blogspot.com/